domingo, 18 de junio de 2017

La idea de la Universidad actual

ENCUENTRO LA UNIVERSIDAD COMO OBJETO DE INVESTIGACIÓN
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL
3 – 5 de mayo de 2017. Santa Fe
Ponencia: El concepto de la universidad actual
AUGUSTO PÉREZ LINDO, Profesor del Doctorado en Políticas y Gestión Universitaria de la UNTREF, del Doctorado en Educación Superior de la Universidad de Palermo y de la Maestría en Gestión Universitaria de la Universidad Nacional de Mar del Plata
Palabras claves: teoría de la universidad – modelos de universidad – evolución de las universidades – universidad argentina
RESUMEN: Se proponen en esta ponencia presentar los nuevos perfiles que adoptan las universidades actuales de acuerdo con las transformaciones del contexto. Se trata también de brindar elementos para conceptualizar la identidad que vienen asumiendo las instituciones universitarias en proceso de cambio. Asimismo, se propone una perspectiva desde la cual las universidades de América Latina podrían asumir una nueva misión histórica para resolver el problema del subdesarrollo.

1.      Los nombres de la universidad en transformación
            Pensar la universidad futura implica identificar las tendencias y las transformaciones que están configurando la nueva identidad. La universidad futura ya existe. Pero no terminamos de elaborar un concepto universal sobre la misma. Por otra parte, los procesos de las nuevas transformaciones no han terminado. Por eso la dificultad para explicitar un nuevo paradigma.
            Se han enunciado diversos  nombres para identificar el perfil de la universidad emergente:  “multiversidad”, “universidad global”, “universidad abierta”, “universidad difusa”, “universidad virtual”, “universidad emprendedora”, “universidad transfronteriza”, “universidad masiva”, “universidad multicultural”, “wired university” son algunas de las denominaciones propuestas por distintos especialistas en las últimas décadas. (Altbach: 1994; Gumport: 2015; Inayatullah: 2003; Rama: 2006; Miklos: 2016)
            Podríamos señalar la década de 1990 como un momento significativo para la explicitación de varias tendencias:  la expansión económico- tecnológica de  China; el derrumbe de la Unión Soviética, la profundización del acceso masivo a la educación superior en todo el mundo, la intervención creciente de las universidades en las innovaciones tecnológicas, la cientificación e  informatización de la sociedad, la crisis del modelo academicista  en Europa, la expansión de las universidades en África, América Latina y Asia.
            En los 90 se difundía el neo-liberalismo en varias direcciones. Las teorías organizacionales avanzaban hacia la educación dando importancia central a los problemas de gestión. Simultáneamente los estudios de sociología de la educación analizaban la reproducción de las desigualdades o la socialización de los jóvenes a través de la Educación Superior. Los problemas de aprendizaje cobraban mayor relevancia y la Pedagogía Universitaria surgía como un campo muy importante. La Sociología del Conocimiento abría nuevas perspectivas para interpretar la evolución de las sociedades a través de los avances científicos y tecnológicos. Michael Gibbons y otros anunciaban el “cambio en el modo de producción y transmisión de conocimientos”.
            Europa a través de los Acuerdos de Bolonia (1999-2010) buscó al mismo tiempo crear un “nuevo espacio del conocimiento” para mantener la competitividad frente al Sudeste Asiático y Estados Unidos, y propuso una reforma curricular de los estudios universitarios. América Latina, Asia y África en general buscaban adaptarse a las nuevas tendencias como la globalización, la informatización, la masificación del acceso o el fortalecimiento de la investigación científica. El “modo adaptativo” (y no “creativo” o “innovador”) se imponía en todas partes.
            La perspectiva histórica puede ayudarnos a encontrar un sentido a la expansión de las universidades. Mucho antes que nosotros Comenio (1592 – 1670) había entrevisto la idea de una sociedad totalmente escolarizada. Recién en 1990, bajo los auspicios de la UNESCO, las naciones actuales aprobaron la Declaración Mundial sobre Educación para Todos, en Jomtien, Tailandia. El progreso de la escolarización de las poblaciones ha sido espectacular en todos los continentes. Con lo cual ha cambiado el perfil de la fuerza de trabajo y de las sociedades. A principios del siglo XX el analfabetismo afectaba al 80-90 % de las poblaciones y al final del siglo el índice estaba cerca del 10%.
Los pueblos colonizados, los negros, las mujeres y otros grupos humanos dieron un salto espectacular en sus luchas por el reconocimiento social gracias a la educación. Desde esta perspectiva deberíamos analizar también el impacto actual de la masificación de la educación superior. Se han formado nuevos actores sociales y se ha modificado el perfil de la fuerza de trabajo. Peter Drucker reconocía desde 1989 el surgimiento de una economía y de un “proletariado del conocimiento” (Drucker: 1990)
            El lugar de la educación superior en una sociedad escolarizada es lo primero que podemos destacar. Ya en países de la Unión Europea, en Estados Unidos, Canadá, Argentina, Costa Rica, Cuba, Japón, Corea del Sur, Israel y otros, el 40% de la población económicamente activa tiene estudios superiores. Esto crea una “nueva ciudadanía” y una nueva fuerza de trabajo más asociada a la producción y transmisión de conocimientos.
            Europa, China, América Latina, África, ya sufren el subempleo de recursos humanos altamente calificados. Lo cual pone en evidencia que existe una contradicción entre el modo de funcionamiento de las sociedades y el aprovechamiento del potencial de recursos humanos calificados. Lo que quiere decir que si no emerge un modelo de desarrollo con uso intensivo del conocimiento y con políticas dirigidas a distribuir equitativamente las oportunidades sociales, seguiremos incrementando la formación de una masa de jóvenes instruidos y sin empleo.
            Desde este punto de vista el futuro de las universidades dependerá de las capacidades para multiplicar el uso social del conocimiento relacionado con la resolución de problemas tales como el subdesarrollo, la pobreza, los desequilibrios ecológicos, la ineficiencia del Estado, etc.
            En consecuencia, podemos afirmar que el futuro de la universidad estará asociado a su capacidad para producir y aplicar conocimientos no solo para resolver problemas económicos y sociales sino también para contribuir a crear un “círculo virtuoso” que permita emplear a los millones de nuevos graduados universitarios que aparecen cada año en el mercado del trabajo.
2.     Nuevos contextos,  nuevos paradigmas de la universidad
            Afirmar que la nueva universidad será necesariamente global es algo   verificable no solo en las grandes metrópolis sino también en las regiones periféricas. También es evidente el avance de la informatización, de la telefonía digital, de los programas de información y aprendizaje virtuales. Internacionalización e informatización son dos fenómenos que modifican las condiciones de funcionamiento de las instituciones universitarias. 
            Por otro lado, los gobiernos y los directivos universitarios constatan que la masificación del acceso a la Educación Superior ha obligado a revisar las políticas y formas tradicionales de la enseñanza. La demanda creciente de Educación Superior ha tenido entre otras consecuencias la de exigir mayores recursos pero también la de expandir las ofertas de cursos de posgrado. El nivel “cuaternario” (Maestrías, Doctorados, Post Doctorados) ya constituye en muchas universidades una parte importante de la matrícula.
            Marchamos hacia la universalización del acceso a la Educación Superior. Pero al mismo tiempo la “diversificación” y “diferenciación” entre los niveles de la enseñanza se acentúa. La “postgraduarización” de la Educación Superior (como la denomina Claudio Rama) se encuentra, a su vez, asociada con otro proceso: la valorización de la actividad científica en las universidades.
            La “centralidad” de los estudios de grado deja paso al crecimiento de los posgrados y de la investigación científica en las universidades. Entre los indicadores que utilizan las grandes agencias de “rankings universitarios” figuran el número de postgraduados, de investigadores, de publicaciones científicas y de patentamientos.
            Este proceso conduce sin duda a una nueva segmentación o estratificación de los estudios universitarios. Asimismo, esto tiene consecuencias en el mercado de trabajo. En muchos países se exigen diplomas de posgrado para ejercer la docencia a nivel universitario y secundario.
            Si se analiza el comportamiento de las universidades y de las políticas públicas se puede observar que tanto en Estados Unidos, Europa, América Latina o África, la socialización de los jóvenes entre 17 – 24 años se ha convertido en un problema central. La idea de la “universidad incluyente” o “socializadora” ha inspirado políticas especiales tanto en Estados Unidos, como Argentina, Francia, Cuba y muchos otros países.
            No se trataría solamente de una situación coyuntural. Si la escolarización se universaliza resulta evidente que pasar por la universidad comienza a ser el destino normal de la mayoría de los jóvenes y si esto es así entonces el período de los 17 a 24 años se convierte en una etapa de socialización que antes significaba para la mayoría la entrada al mundo del trabajo. En muchos casos el éxito de este proceso resulta más importante que la obtención de diplomas académicos. A su vez el peor escenario se presenta cuando no se logra la integración social y tampoco se consigue brindarle una graduación superior a la mayoría de los jóvenes. 
            Algunos han aventurado la hipótesis de un desplazamiento de la universidad tradicional (presencial, territorial, dividida por carreras) por el avance de las universidades virtuales, abiertas, globales, transdisciplinarias. Las “universidades virtuales” ya existen. De hecho todas las instituciones registran actividades de enseñanza virtual combinadas con otras modalidades (presenciales, semi presenciales).
            También es evidente que millones de personas aprenden de manera autónoma a través de Internet donde se encuentran miles de programas de información científica, de aprendizaje, de investigación, de escolarización. En el Ciberespacio ha surgido de manera informal un Sistema Educativo Virtual, Global y Flexible que abarca todos los niveles de la educación en formato gratuito o arancelado. Esta nueva realidad, sin embargo, no ha afectado la escolarización superior y parece más bien que seguirán coexistiendo varias modalidades alternativas. Podemos hablar, entonces, de un nuevo Modelo de Universidad Multimedial o sea de instituciones híbridas con distintas modalidades de aprendizaje.
            Las organizaciones universitarias han tratado de innovar o de adaptarse a las nuevas tendencias o procesos (científicos, tecnológicos, económicos, sociales, culturales, políticos). Pese a los intentos por planificar estas estrategias cada unidad académica ha buscado nichos, oportunidades, innovaciones, para responder a los nuevos contextos. De modo que resulta improbable que a escala mundial encontremos nuevamente modelos homogéneos como fueron en otros momentos el Modelo Francés, el Modelo Británico, el Modelo Alemán, el Modelo Soviético o el Modelo Norteamericano.  Los sistemas universitarios son hoy un mosaico de diversidades (como en el caso de los 54 países que participan del Proceso de Bolonia en Europa y África) o como el caso de las universidades en América Latina. 
3.     Uni – diversitas: un sistema universitario global y complejo
            Nada puede evitar que los sistemas universitarios nacionales e internacionales tengan características diversas. Pero tampoco nadie puede frenar el avance de la globalización, de la informatización, de la flexibilización curricular, de la masificación, de la investigación científica, de los posgrados, de los programas de vinculación con la sociedad, la economía y el Estado. Cada uno de estos procesos tiene su lógica, su causalidad. Las grandes universidades se convierten en multi-versidades o en uni-diversidades.
            Las teorías sociológicas, organizacionales, educativas o institucionales pueden brindarnos algunas hipótesis sobre el perfil dominante de la universidad futura. Con seguridad habrán de asumir los procesos de globalización, informatización, virtualización o masificación. Pero las experiencias en curso muestran que las instituciones pueden mantener una identidad por encima de las tendencias dominantes. Esto quiere decir que la gestión estratégica, la cultura organizacional y la identidad institucional serán decisivas para definir el comportamiento de las universidades.
            En el plano de los sistemas universitarios nacionales dos preguntas aparecen como centrales: ¿cómo asegurar la empleabilidad de los graduados? ; ¿cómo lograr en los países periféricos que las universidades logren un nivel de calidad o de excelencia?
            La empleabilidad de los graduados dependerá cada vez más de la creación de procesos económico-sociales que requieran el uso intensivo de conocimientos. Por otro lado, en la medida en que las universidades se encuentren implicadas en las estrategias de este tipo entonces se verán motivadas para mejorar las actividades científicas y la calidad de la enseñanza.
            Si las universidades de regiones periféricas no logran modificar el modelo “profesionalista” vigente seguirán formando recursos humanos condenados a la emigración o al subempleo. Si no se proponen lograr el mejor nivel científico, la mejor calidad de su enseñanza, los mejores resultados en transferencia de conocimientos, entonces seguirán reproduciendo el subdesarrollo de sus países. Lamentablemente existe, como decía Kenneth Galbraith, un acostumbramiento al subdesarrollo tanto en las universidades como en la sociedad. La “banalización” de la ineficiencia del Estado, de la desintegración social, de la pobreza, de la violencia, de la irracionalidad económica, crea una cultura del atraso que las universidades deberían atreverse a superar.   
            Teniendo en cuenta las tendencias organizacionales y los valores en juego en América Latina sostenemos que sería adecuado asumir un Modelo de Universidad para el Desarrollo que fuera capaz de afrontar al mismo tiempo la misión de socializar a los jóvenes, de ofrecer enseñanza de calidad, de producir conocimientos científicos, de crear alternativas económico-sociales y de formar ciudadanos para fortalecer la democracia. Al decir esto nos preguntamos cuántas instituciones de la Educación Superior están cumpliendo con estos propósitos.
            Sería realista de parte de los gestores universitarios tomar en cuenta las tendencias, los cambios, las innovaciones que afectan a las universidades en todo el mundo. Sería realista también reconocer que no todas las universidades pueden consagrarse a las mismas funciones. No todas adoptan tampoco los mismos valores y misiones institucionales. 
Pero, en cualquier caso, resulta evidente que no es sostenible mantener como función exclusiva de las universidades el producir profesionales sin tener en cuenta el destino de los mismos. En términos estadísticos sobran profesionales en América Latina aunque falten profesores de calidad, ingenieros o graduados en ciencias naturales. El problema central reside en el bajo aprovechamiento del potencial científico, técnico y profesional en todos los sectores. Necesitamos crear un modo eficaz de vinculación de las universidades, los centros científicos y las demandas sociales. Lo que a su vez nos exigirá fortalecer nuestra capacidad científica y tecnológica.   
La universidad futura en América Latina está inevitablemente asociada con la realización de este objetivo: diseñar políticas de desarrollo inteligente y contribuir a la implementación de las estrategias adecuadas. Las universidades, que reúnen a los núcleos intelectuales, científicos y tecnológicos del país, tienen que animarse a diseñar y proponer proyectos para crear un nuevo modelo de desarrollo inteligente sustentado por la organización eficiente del Estado, la igualdad social y el crecimiento económico.

BIBLIOGRAFÍA
-       ALTBACH, Ph.; REISBERG, L.; RUMBLEY, L. (2009) Trends In Global Higher Education. Tracking an Academic RevolutionMassachusets : Boston College
-       CLARK, B. (1983) El sistema de Educación Superior. Una visión comparada de la organización académica. México: Universidad Autónoma Metropolitana
-       DELAMATA, G. (ed.) (2004) La universidad argentina en el cambio de siglo. Buenos Aires: UNSAM
-       DRUCKER, P. (1990) Las nuevas realidades. Buenos Aires: Sudamericana
-       GUMPORT, P. (ed.) (2015) Sociología de la Educación Superior. Buenos Aires: Universidad de Palermo
-       INAYATULLAH, S.; GIDLEY, J. (comps.) (2003)La universidad en transformación. Perspectivas globales sobre los futuros de la universidad. Barcelona: Pomares
-       KERR, C. (1994) Higher Education Cannot Escape History. Issues For the Twenty-First Century. New York : State University of New York Press
-       LUHMANN, N.; SCHORR, K.E. (1993) El sistema educativo. (Problemas de reflexión) México: Universidad de Guadalajara
-       MIKLOS, T.; ARROYO, M. (coords.) (2016) El futuro a debate. Respuestas prospectivas y estratégicas ante la incertidumbre global. México: LIMUSA
-       PEREZ LINDO, A. (1998) Políticas del conocimiento, educación superior y desarrollo. Buenos Aires: Biblos
-       PEREZ LINDO, A. (2003) Universidad, conocimiento y reconstrucción nacional. Buenos Aires: Biblos
-       RAMA, C. (2006) La Tercera Reforma de la Educación Superior en América Latina. México: Fondo de Cultura Económica
-       RENAUT, A. (2008) ¿Qué hacer con las universidades? Buenos Aires: UNSAM
-       SERVETTO, A.; SAUR, D. (comps.) (2011) Sentidos de la universidad. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba


No hay comentarios.:

Publicar un comentario